viernes, julio 06, 2007

Stones

Siendo muy poquito, casi nada, a ritmo mezclado de blues-rock. El tupé de Elvis aplastado por los ciento y pico kilos de grasa y hamburguesa y surge la gran apisonadora con Keith guitarra sencilla y Mick filigranas de gimnasio.

Transgrediendo, revolucionando y creyéndoselo frente a los acomodaticios Beatles y de repente una degeneración inexplicable hacia el show business de precios prohibitivos y de escándalo.

Sexagenarios acomodados como los escarabajos, cobrando a setenta euros la entrada de pie en un Vicente Calderón de cuarenta y cinco mil espectadores. Yo no voy. Otros cinco mil tampoco y el estadio tiene calvas.

Keith se toma vacaciones en el concierto y lo hace todo Ron, que me cae bien porque me dio una púa, pero todos quieren a ver al mago de los tres acordes justificar su mito. Menos mal que no fui! Si hay otra gira tampoco pienso ir.

Richards es la hostia, Jagger la puñeta y mi sueldo miserable. No puedo ir y aunque pudiera intento atascar con la china de mi zapato la noria rodante del sinsentido de la locura ¿del precio de que, por favor?

Es solo rock n’roll, pero me gusta. No lo jodan sus satánicas majestades y dejenlo vivir. Ojala pudieran volver al camino de la razón, porque los discos no mienten y la historia del rock tampoco: los más grandes.

Los más grandes rodando por un puñado de euros, cuando ya hace muchos años que a ninguno de los Rolling Stones les cabe más millones para llevarse en el ataúd...